El hombre de la casa
Hay fechas que nunca se olvidan, y esta es una de ellas: el día en que por fin, POR FIN, nos mudamos de la casa de mis suegros. Había vivido con mi esposa, sus padres, sus hermanos y sus perros desde un poquito antes de que nos casemos, y la verdad es que… ¡NO AGUANTABA NI UN SEGUNDO MÁS!
¡Es que en esa casa no existe la privacidad! Mi suegra me reclama que no le he dado un nieto, pero… ¿Qué quiere que haga si cada vez que estoy con mi esposa, ni siquiera podemos hablar a solas?
Me pasé buscando MESES en el internet, el periódico y dónde sea, algún departamento o algo para que mi mujer y yo por fin podamos vivir tranquilos. No fue una búsqueda fácil, pero eventualmente encontramos un lugar que nos gustó a los dos. Firmamos el contrato, pagamos el depósito y empezamos a empacar.
La noche anterior al gran día habíamos dejado en orden nuestras cosas en el piso de abajo, pero al despertar… no estaban. Mi suegra nos informó que mi querido suegro se había llevado todo a la nueva casa antes de que nos despertáramos; no se si él estaba más apurado que yo, pero bueno… Fuimos volando hasta allá, y sin ni siquiera saludarlo, me dirigí a la puerta de mi nueva casa, listo para entrar y por fin empezar mi nueva vida. Giro la chapa, pero estaba con seguro. Le pregunto a mi suegro por las llaves, y se me ríe. “Yo no las cogí pues, si es tu casa.”
No supe qué responderle… Busqué en mis bolsillos, en el carro, la cartera de mi esposa y hasta en una mochila, en cualquier lugar que se me ocurra y nada. Parece que entre todo el caos, la “sorpresa” de mi suegro y la mudanza, se me habían perdido las llaves.
Riéndose, mi suegro hace una llamada. Después de saludar e identificarse con la persona con la que habla, pide un cerrajero.
Le dicen que se demora 15 minutos, y lo cumplen; llega súper puntual. Es igual de eficiente: en menos de 5 minutos, abre la puerta de mi casa.
Le agradezco a mi suegro con sentimiento de pena, me siento mal por mi ingreso “triunfal” y sin más, él me abraza y al oído me dice: “Este es un gran paso, que siempre puedo contar con él” así como él cuenta con su Solución 24/7 by GEA (que también lo tengo pero que lamentablemente yo no lo tenía presente). Luego de eso, terminamos el resto de la mudanza sin complicaciones. O eso pensaba.
…A los dos días me levanto, voy a la cocina con la intención de despertarme con un cafecito, pero no hizo falta. El charco de agua que empapó mis medias me despertó más que cualquier dosis de cafeína. ¿Qué haría mi suegro?, pensé. De inmediato lo supe: tenía que conseguir las soluciones que Solución 24/7 by GEA ofrece. Me contestó una chica muy proactiva, que me ayudó a identificar que el problema se trataba de una gotera en el lavabo. En menos de una hora, ya se encontraba el gasfitero resolviendo el problema, y muy honesto me indició las fallas que tenía la tubería, me dio recomendaciones de uso y solucionó todo.
Luego de este mal rato, ya empezaba a extrañar vivir donde mi suegro y para variar su hermosa hija también me lo recordaba ¿Cómo? Indicándome los días que teníamos viviendo allí y los cuadros aún en el piso (Y eso que se salvaron de mojarse). Pero, ¿qué puedo hacer yo si no soy bueno en el uso del martillo? Mis manos estarían en un riesgo constante y yo como aspirante a cirujano no iba arriesgarlas. Entonces recurrí a mi cada vez más querido suegro.
Él me recomendó a alguien confiable, eficiente y puntual: Un experto «Handyman» en mis servicios de Solución 24/7. Los llamé, a ver si podían ayudarme, y para mi sorpresa y la de mi esposa, ¡así fue! En poco tiempo llegó a mi casa el experto, y hasta me preguntó cómo y dónde quería las repisas y los cuadros. Vimos varias opciones, y cuando nos decidimos, le tomó poco tiempo realizar el trabajo.
Luego volví a llamar a mi suegro y le agradecí por haberme enseñado este servicio de soluciones. Me respondió que él sabe que no es nada fácil ser el hombre de la casa, que es un trabajo duro, y que, si algo ha aprendido, es que siempre se necesita alguien que te pueda apoyar, como lo hizo la Solución 24/7 by GEA durante estos días. Riendo, me dijo que sabe que voy a hacer un buen trabajo cuidando de mi hogar.