¿Es sano castigar a nuestros hijos?
Lo más probable es que tu respuesta a la pregunta dependa enteramente de tu crianza. Algunos padres creen fervientemente que castigar es absolutamente necesario para forjar la disciplina, carácter, y fortaleza; otros, lo consideran una forma sutil de abuso por no saber cómo aproximar a nuestros hijos con palabras, y que toda la crianza debe basarse en amor enteramente. La respuesta se encuentra un poco en el medio.
Nubia Bernal, psicóloga clínica quiteña, nos comenta que el problema reside más en los padres que en los hijos. «Los adultos no le dan mucho tiempo a sus hijos, especialmente los padres que son jóvenes, de manera que cuando hay un problema, berrinche, etcétera, los padres recurren a gritar, golpear o darles el celular a sus hijos para mantenerlos distraídos».
Con los niños, nos comenta Nubia, se deben establecer límites claros, ni tan rígidos como un castigo severo, ni tan permisivos como responder pasivamente a los problemas. Se trata de que el niño comprenda el problema, y es el deber del padre ayudarlo a comprender el por qué de las cosas.
Alejandra Serrano, licenciada en psicología clínica y educacional de la Universidad de Pamplona, avala estas perspectivas. «Muchos padres en el Ecuador resumen la educación en un buen -estatequieto-, pero eso tan solo brinda soluciones a corto plazo, y perjudica al niño a largo plazo con inseguridades, intolerancia, o insensibilidad en general. Los estímulos que sirven, realmente, son a través de la comunicación.» Es necesario que la respuesta a las acciones del niño sean abarcadas de inmediato. No tiene sentido castigar a un niño diez o veinte minutos después de su error, ya que los niños no retienen tanta información en tempranas edades. Se debe señalar cuándo el niño ha hecho algo bueno o malo en el momento que el niño actúe.
Una forma de reprender a nuestros hijos sanamente, nos señala Alejandra, es a través de «fingir decepción». Cuando los niños notan que la acción que cometieron afectó a los padres, tienen tendencia a autorregularse. Así mismo, cuando los niños hacen algo correcto, es necesario que esto sea reconocido con aprecio y atención. Pero es necesario que los estímulos positivos, tanto como los negativos, coexistan.
Otro error en el que caen los padres, nos comenta Alejandra, es al momento de recompensar a sus hijos. «Cuando hablamos de las calificaciones en la escuela, por ejemplo, muchos padres caen en el error de recompensar a sus hijos con juegos de video, comida chatarra, o juguetes. Esto no es necesario». Así como con los castigos, lo ideal es que las recompensas funcionen a través de comentarios positivos. «Estoy orgulloso de ti», «eres muy inteligente», «sigue así». Dar estímulos positivos cuando hace algo bueno y dar estímulos negativos cuando hace algo malo, de la mano de una buena comunicación, es la clave de la crianza infantil. Es indispensable que el niño se sienta importante y querido por sus padres.
Lo que nos maravilla de los niños, como padres, es su forma tan nueva de percibir el mundo. Todo lo están viendo por primera vez, y es ahí donde reside la pasión de criar a nuestros hijos. Sin embargo, nuestra vida cotidiana suele distraernos con problemas, y esos mismos problemas los traemos de vuelta a casa. Es en esa falta de paciencia, producto del estrés de la vida diaria, que nos inclina a «mal-criar» a nuestros hijos. Es cierto que los niños pueden ser realmente inquietos por naturaleza, pero hay que recordar también que son inocentes; no comprenden el mundo como nosotros, y el deber de un padre es servir como una guía. No lo olviden, a fin de cuentas, se trata de disfrutar de todo este proceso.